Flores para Algernon, de Daniel Keyes

No es la New Wave la etapa de la Ciencia Ficción que más me gusta ni la que más conozco; sin embargo, estoy tratando estos días de conocer algunas de las mejores obras que ha dado para aumentar mi “espectro de visión”. Y quizá la mejor forma de entrar en ella haya sido leyendo Flores para Algernon, de Daniel Keyes.

He de decir que la idea de entrar en este tipo de lecturas me surgió del blog de Sergio Mars. Sergio ha estado escribiendo una serie de entradas sobre las etapas de la ciencia ficción. De todas ellas, pude ver que la que yo apenas conocía era la dedicada a la New Wave. Y, de todos los títulos que utilizó para ejemplificar de qué va esta Nueva Ola, el que más llamó mi atención fue este. La buena crítica que Mars le dio —aunado a la dificultad que tengo para acceder a algunos de los títulos o a la pereza de leer otros— me hizo decantarme por Daniel Keyes para comenzar.

La historia transcurre en Nueva York en los años 50 y está protagonizada por Charlie Gordon, un joven de unos treinta y tantos con retraso mental que trabaja en la panadería de su tío al tiempo que acude a una Clase de Adultos Retrasados para estudiantes con necesidades especiales básicamente para aprender a leer y escribir.
Charlie es escogido por su notable motivación a la hora de aprender cosas nuevas para un experimento llevado a cabo por neurocirujanos de la Universidad de Nueva York que consiste en aumentar su Cociente Intelectual mediante una operación quirúrgica de poco más de 50 a más de 150 puntos, por encima de la media. Una operación a la que también es sometido Algernon, un pequeño ratón blanco de laboratorio con el que Charlie acabará entablando una curiosa relación por afinidad.
Pero como en el mito de la caverna platónico —que el mismo Charlie menciona en su libro en su mejor momento— con el aumento de inteligencia el mundo alrededor de Charlie va cambiando cada vez más, haciéndole ver la realidad de las cosas con sus decepciones y sus desagradables revelaciones.
Charlie descubriría que las cosas no son realmente como él las veía, que sus amistades no eran tales y, incluso, profundiza en su pasado para entender realmente cómo era su infancia y cómo era realmente su familia.

Todo el libro está escrito magistralmente en forma de diario, en forma de Informes de Progresos que el mismo Charlie escribe como parte de la documentación del experimento. Así, podemos ir viendo cómo su mente y su percepción de la realidad, incluso su personalidad, van cambiando poco a poco según la marcha del experimento. Llama poderosamente la atención cómo sus anotaciones iniciales, previas a la operación, van cambiando poco a poco, haciéndonos ver una evidente pero realista transformación.
Podemos decir que estamos ante una verdadera obra de arte con una muy acertada visión del mundo y las relaciones interpersonales. Una increíble biografía excelentemente contada, que hace reflexionar mucho, que personalmente me ha hecho pensar en el trato que damos y las distinciones que hacemos a veces entre las personas.
Así que terminaré diciendo que Flores para Algernon ganó el Premio Nebula 1960 y el Hugo 1966, y con razón.

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